¡Oh, San Charbel!, Tú que has vivido en este monasterio una vida santa, atrayendo a todo el mundo con los poderes milagrosos que Dios te ha dado. Estoy aquí al lado de tu tumba santa, he venido a darte las gracias por todas las veces que has estado a mi lado, especialmente en los tiempos difíciles y dolorosos, momentos en los que has sido un gran intercesor para mí y para mis seres queridos. He venido a rezártelo y tengo una gran confianza en tu bondad consoladora. Tú sabes lo que está en mi corazón y lo que necesito. Intercede por mí ante Dios. Sé que mi fe es débil, y tengo una gran dificultad a la hora de entregarme a la voluntad de Dios. Pero tú has vivido esta virtud fascinantemente y la has propagado con tus ideales y tu vida de silencio. Resucita mi fe y purifícala. Sé que estoy viviendo lejos de mí mismo y de Dios. Ayúdame a hacer que mi vida sea un testimonio vivo del Padre Celestial y a merecer ser Su hijo. ¡Oh, San Charbel! Date prisa en ayudarme, que soy pequeño y débil; aleja de mi vida el mal. Ayúdame siempre a poner mi confianza en Dios, especialmente en los momentos de dolor y de tentación. Bendice mi trabajo, bendice mi familia, y bendice a toda persona que se refugia en Tu intercesión, en todas partes del mundo, y especialmente a aquellos que vienen hasta aquí para estar delante de ti. Pon en sus buenos corazones el amor a los débiles, a los pobres y a los que sufren. ¡Oh mi amado y protector santo!, confío en tu valiosa intercesión ante nuestro Señor Jesucristo; por eso te pido que veas mi debilidad y que me bendigas. Amén. |