Desde 1950 hasta hoy, los monjes del Monasterio de Santo Maron-Annaya no han dejado de registrar las gracias otorgadas por la intercesión de San Charbel. Los milagros hechos por su intercesión son innumerables pero están guardados en los archivos del monasterio. No podemos numerarlos todos por eso nos bastamos con algunos a partir del 2001. Cabe destacar que estos milagros no se registran salvo si están confirmados. Habían cubierto todos los rincones del mundo y todas las religiones que sean cristianas o no (Islam, Drusismo,…) incluyendo a todas las comunidades religiosas. La mayoría de los que recibieron la gracia de la curación padecía de enfermedades malignas, crónicas e incurables. Cada uno se curó de una manera diferente del otro: por la oración de los demás, por untar aceite bendito, por un grano de incienso, por llevar el cinturón o el hábito de San Charbel, por participar en la misa cerca de su tumba o en la ermita, o por rezar su novena. Estas curaciones no tocan solamente el cuerpo pero también el espíritu afligido por el pecado, la perdición, y el alejamiento de Dios. Cuantos visitantes se arrepintieron y retomaron el camino recto después de haber visitados el Monasterio de Santo Maron-Annaya o de la ermita de los Santos Pedro y Pablo. El punto común entre todas estas curaciones es la fe en la intercesión de San Charbel ante Cristo el Hijo de Dios vivo, el hacedor de milagros. |